Maas y Scholz no son un accidente industrial de la socialdemocracia.

Las leyes sociales patriarcales y bismarckianas fueron siempre aceptadas sin reservas por la socialdemocracia alemana: gran parte del salario de los empleados dependientes se ingresa en los fondos sociales y es administrado por la clase política. Estas participaciones salariales se agregan al presupuesto federal y una parte se devuelve como limosna. Solo una parte relativamente pequeña de la suma pagada en el fondo de desempleo se devuelve a la persona desempleada después de un trabajo que dura muchos años en caso de desempleo. Primero, la guerra en Afganistán debe ser financiada, el número excesivo de miembros del Bundestag debe ser alimentado y también los distritos deben recibir manutención de los hijos, que no han pagado a los fondos sociales. La socialdemocracia alemana siempre estuvo dispuesta a defender este mecanismo de distribución.

El eslogan del Ministro de Finanzas Scholz de que hay dinero para todo, pero no para todos al mismo tiempo es solo una variante de los habituales partidos de derecha, un lenguaje algo más completo después de las elecciones para explicar que la economía del gobierno anterior no está ahí para todo.

Willy Brandt y sus asesores reconocieron que había grandes oportunidades en Europa del Este para expandir el mercado y explotar la capital, y crearon los requisitos políticos, mientras que Helmut Schmidt ya tenía sus ojos en el comercio con China y la expansión globalizada. Sin embargo, fue reemplazado por Helmut Kohl, quien prometió ganancias más rápidas y una mayor obediencia a los deseos estadounidenses. Maas entendió que la democracia social, como lo han demostrado los verdes de Fischer, solo puede mantenerse en el gobierno si se somete a los deseos estadounidenses y solo hace negocios con el Este, siempre que los intereses estadounidenses no estén comprometidos. Alemania tiene que aliviar el gas estadounidense, congelar el comercio con Irán y, por supuesto, apoyar el cambio de régimen en Sudamérica. El acceso al petróleo de Venezuela es demasiado tentador, quizás la industria alemana también pueda beneficiarse. Los medios de comunicación están luchando para llamar a los intentos de derrocar una acción humanitaria, sintiéndose tan seguros de que se arriesgan a hacer el ridículo. Y Maas se hace un gato saltador y apoya la idea de los Estados Unidos. Pero los medios le agradecen: eso amenaza una masacre chilena que se oculta.

3 respuestas a "Maas y Scholz no son un accidente laboral de la socialdemocracia"

    1. Un gobierno cariñoso es creado por una potencia extranjera. La dictadura militar utilizada por los Estados Unidos en Argentina fue un gobierno de Quislingen.
      Y hace cuarenta años, en Chile, la CIA había organizado una revuelta militarista, derrocando a Allende y creando una maldita organización fascista.
      Estas intervenciones americanas están ancladas en la memoria colectiva de los sudamericanos.

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