El terror y el nuevo orden mundial.

Los ataques terroristas en París, Londres y Berlín fueron perpetrados por árabes. Sus pueblos están constreñidos por dos estados fascistas. Desde el norte, el terror del régimen del apartheid de Israel les roba a los palestinos el aire que respiran, y en el sur, Arabia Saudita está armada con bandas del EI y ejércitos mercenarios. Ambos "estabilizan" la región en nombre de Occidente. Situada en el medio, la junta militar egipcia, financiada con miles de millones de estadounidenses, está reprimiendo cualquier aspiración de libertad. El derrocamiento y ejecución de S. Hussein y Gaddafi sirven de advertencia a todos los dictadores insubordinados. La fuerza de Occidente ya no fue suficiente para derrocar a Assad también. Aquí, el retroceso de Occidente fue detenido por Rusia y la potencia regional iraní.

Rusia no quiere reconocer un orden mundial unipolar dominado por EE. UU., Y EE. UU. Ya no puede imponerlo; Al mismo tiempo, China y Alemania están presionando para el escenario mundial. Aparentemente, el capitalismo ahora requiere un orden multipolar. Los pueblos que no se benefician, sienten su impotencia y resisten con los elementos culturales retardantes, como el arte, la religión y la conciencia nacional.

El orden mundial capitalista con la búsqueda de beneficios como ley suprema crea la base material para los logros culturales por un lado, pero es diametralmente opuesto a ellos por el otro. Los pueblos aplastados en estos juicios dan a luz a terroristas que prefieren estallar a sí mismos antes que ser espectadores que sufren.

Cada vez más nigerianos se están dando cuenta de que la riqueza de Occidente se basa en la explotación de sus recursos petrolíferos, los sudafricanos están reconociendo cada vez más la importancia de extraer oro de sus minas, y los congoleños están empezando a sentir la dependencia de Occidente de las tierras raras y el cobre que se extrae allí.

La explotación desenfrenada de los recursos minerales y el trabajo de los países pobres requiere mayores esfuerzos militares, que una superpotencia ya no puede crear por sí sola. Sin embargo, la multipolaridad resultante no pone en peligro la economía existente y nuestro modelo social, por el contrario, beneficia al apego.

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